The Fray - You Found Me (LOST)

martes, 9 de diciembre de 2008

Navidad

Bueno, escribo este post sólo para poder enlazar esta imagen y ponérmela de avatar... a ver si aprovechando la Navidad escribo un poco más:



Ea, Felices Fiestas a todos!



miércoles, 29 de octubre de 2008

La Gran Roma: Coliseo, Palatino, Foro y Capitolio

5 de septiembre
El tercer día en Roma nos lo tomamos más en serio, uno de esos días en los que tratas de autoengañarte: "venga David, piensa que en unos días estarás en tu casa tumbao y sin este dolor de pies insoportable". Íbamos a empezar a utilizar la Roman Pass viernes, sábado y domingo. Los dos primeros sitios son gratuitos, el resto con descuentos. Lo ideal es ir primero a los dos sitios más caros inlcuidos, sobre todo a la Galería Borghese, que cuesta 14 euros. Nosotros que aún no lo sabíamos la dejamos para otro día, aunque nos costó la mitad.

Primero fuimos al Coliseo. Esta entrada es válida también para el Palatino y el Foro Romano. El Anfiteatro Flavio (75-80 d.C.), conocido como Coliseo por la estatua de 30 metros de Nerón, el Coloso, situada junto al edificio. Tenía una capacidad para unos 70 mil espectadores, 10 mil menos que el Santiago Bernabéu). Aunque lo que se vea no sea mas que el esqueleto, sigue siendo un edificio impresionante, por ser el símbolo de una ciudad, por lo que has estudiado, por Gladiator, y por lo que tu imaginación te pueda permitir. Llegamos a las 10 de la mañana, pero entre hacer cola y esperar nuestra visita guiada en español, empezamos a las 11. La guía tampoco es que me dijera mucho que no supiera, pero sí me recordó anécdotas de las clases de Hisoria o Arqueología que había olvidado, así que es recomendable. Es una visita de media hora, tan sólo hace tres paradas distintas, y después puedes continuar la visita por tu cuenta, haciendo las fotos que quieras; nosotros estuvimos 1 hora más. En la parte alta hay una pequeña muestra con capiteles, eculturas y una maqueta del Arco de Trajano. Desde el Coliseo hay unas bonitas vistas, entre ellas se ven las ruinas de la Escuela de gladiadores. Hay galdiadores junto al Coliseo, para hacerte fotos con ellos, pagéndoles claro. La guía nos comentó que al Paltino y Foro mejor no ir después, porque hacía muchísima calor, que fuéramos a partir de las 6, pero ese día no parecía que fuera a hacer tanta calor...





Junto al Coliseo está el Arco de Constantino (312 d.C.), el más moderno y construido con materiales de otros Arcos anteriores (el de Trajano y Marco Aurelio). Después de comer un trozo de pizza en uno de los puestos, y comprar agua ( 1 euro a un muchacho que las llevaba bien frías en la mochila), entramos al recinto arqueológico del Palatino, la más céntrica colina, y el origen de Roma. Cuenta la mitología que en este lugar fueron encontrados Rómulo y Remo, en la cueva del Lupercal, donde la loba los amamantó, y donde después la leyenda nos dice que trazaron el surco de su nueva ciudad cuadrada; y las excavaciones han demostrado que este lugar ha sido habitado desde el año 1000 a.C. Esta colina fue la elegida por las grandes familias para construir sus palacios residenciales. Quizás dedicamos demasiado tiempo a "no ver nada" en este lugar, porque los romanos, los de ahora, no tienen la costumbre de indicar al menos con un pequeño panel qué es cada ruina. Y llevábamos tan sólo nuestro libro-guía, pero muchas cosas se nos escapaban, y era verdad que hacía un caloro horroroso en esa colina, un extenso campo con poca sombra.




Lo que hay: ruinas de palacios imperiales, el estadio de Domiciano, las termas de Septimio Severo, la Domus Augustana... En lo alto se encuentra el Museo Palatino, no es gran cosa pero atesora materiales arqueológicos de la colina, decoración funeraria o reproducciones de las cabañas de la época de Rómulo. Por último, está la llamada Casa de Livia (según otros de Augusto). Para acceder a este recinto se forma una gran cola, porque el acceso está controlado, hay que esperar a que vuelva un grupo para entrar otro. No hay mucho que ver, pero en algunas estancias se conservan los frescos.




Desde las 13,15 hasta las 15,00 estuvimos pasando calor en el Palatino. Al final hay unas buenas vistas del Foro, que está bajo la colina. Pasamos primero por el Arco de Tito (alrededor del año 82), el menos espectacular, porque los relieves están en la parte interna del arco, y rememoran sobre todo las victorias contra los judíos.


Después atravesamos el Foro, un viaje en el tiempo impresionante, lástima que estábamos ya muy cansados y no dedicamos mucho tiempo. Lo que mejor se conserva es el templo de Antonino y Faustina. EL emperador ordenó su construcción tras la muerte de su esposa, hacia el año 141, fue consagrado al matrimonio tras la muerte del emperador y en el siglo XI se transformó en Iglesia de San Lorenzo de Miranda, la razón de su existencia. Además se conservan restos de otros templos y edificios públicos: bien conservado está el templo de Rómulo (dedicado posiblemente a los Penates, dioses protectores del hogar), donde se mantiene la puerta de bronce original; las tres columnas del templo de Cástor y Pólux; siete columnas con el frontón, del templo de Saturno, cuyos cimientos son los más antiguos, de época monárquica, aunque los restos son posteriores; restos del templo circular de Vesta; restos del templo de Venus y Roma; tres columnas del templo de Vespasiano; el templo de la Concordia (entre patricios y plebeyos); el tabulario o archivo; la rostra o tribuna para los oradores; los restos de las basílicas Julia, Emilia y de Majencio; la Curia; la casa de las Vestales, con un gran atrio... Por último, la Columna de Focas, erigida delante de los Rostra y dedicada al emperador bizantino Focas, fue la última adición hecha al Foro Romano.




Del Foro salimos por el Arco de Septimio Severo, más antiguo. Unas escaleras te llevan a la colina Capitolia, el Campidoglio, el lugar sagrado dedicado a los dioses de Roma, donde se encontraba el importante templo de Júpiter Capitolino. La plaza es espectacular, fue diseñada por Miguel Ángel a excepción del Palacio Senatorio (sede del Ayuntamiento), de espaldas al Foro, que se construyó en el siglo XIII sobre las ruinas del Tabularium o Archivo. Su fachada está decorada por una fuente con tres estatuas: Roma triunfadora entre los ríos Tíber y Nilo. A los lados de la plaza, el Palacio Nuevo y el Palacio de los Conservadores, donde residen los Museos Capitolinos; al otro lado, una enorme escalera presidida por las estatuas romanas de los Dioscuros (Cástor y Pólux) defensores de la Roma Republicana. En el centro se levanta una copia de la estatua ecuestre del emperador Marco Aurelio (la original está en los museos), la única de estas características conservada gracias a que lo confundieron con el emperador cristiano Constantino.




Junto a esta plaza, pero subiendo por otras largas escaleras está la Basílica de Santa María en Aracoeli, levantada en el punto más alto del Capitolio, considerada iglesia nacional de la nobleza y el pueblo de Roma. A esta iglesia no llegamos a entrar, eran muchas escalones... Y junto a esta, la mole del monumento a Vittorio Emmanuel. La entrada a los Museos Capitolinos la dejamos para después de comer, y nos fuimos a ver otra parte próxima al ghetto judío. Pasamos por la Plaza Mattei, muy pequeña con la Fuente de las Tortugas, de 1589, formada por cuatro efebos y cuatro delfines, y unas tortugas añadidas más tarde posiblemente por Bernini, pero optaron por sustituirlas por copias después de que robaran algunas. Comimos en el ghetto, en unos pequeños bares donde exponen la comida que tienen y tú les pides: porciones de pizza, bolas de arroz y mozzarella, pasta...




Muy cerca está las ruinas del Pórtico de Octavia, hermana de Augusto, donde estaban los temlos de Júpiter y Juno, además de una biblioteca que Octavia dedicó a su hijo Marcelo. Desde la Edad Media se situó aquí el mercado de pescado, por eso la iglesia de al lado recibe el nombre de Sant'Angelo in Pescheria. Y el gran edificio que lleva el nombre de su hijo es el teatro de Marcelo, justo al lado, dedicado al joven que murió con 20 años, por su tío Augusto. Es el único teatro antiguo que permanece levantado en Roma aún, y sirvió de modelo para construir el Coliseo. Se distinguen dos órdenes, dórico y jónico, y sobre él se construyó en el siglo XVI el castillo de los Orsini.




Después volvimos al Campidoglio para entrar en los Museos Capitolinos, la colección pública más antigua del mundo. Ocupan los dos palacios laterales de la plaza, unidos en el subsuelo, y desde el año 2000 el antiguo Tabularium, con vistas al Foro. Entre lo que se puede ver en este museo, destaca la gran estatua ecuestre de bronce de Marco Aurelio, los restos conservados in situ del templo de Júpiter Capitolino, el gálata moribundo, el conjunto de la Loba Capitolina amamantando a Rómulo y Remo, la Venus Esquilina... eso sí, o te compras la guía o haces memoria si ya lo conocías, porque es raro ver aunque sea un triste cartelito.



Ese día acabamos muertos muertos, pero fuimos valientes y después de ducharnos en el hotel, salimos por el barrio de San Lorenzo, el de los estudiantes de allí. Está muy bien, hay muchos pubs y trattorias, bastante llenas de gente joven y sin turistas. Nos tomamos unas cervezas San Miguel en una terraza en un parque, y luego a cenar. Al final elegimos un poco mal, encontramos una mesa en una terraza, pero no era Trattoria, sino Vinosteria, un poco pijo todo, con sus manteles y servilletas de tela... Nada más llegar nos preguntan que si el agua mineral la queremos con gas o sin gas... sin darte opción a decir que no quieres agua... al final la botella era 2 euros, en la carta ponía que era mineral embotellada, pero Juan vio cómo llenaban una botella de cristal del grifo... Luego la carta de bebidas era carta de vinos, le pregunto que si tiene cerveza, y me pasa a la página donde vienen las botellas de cerveza, de Bélgica, de Francia, la más barata 14 euros (una botella de 66 cl.), y esa pedimos. Los platos eran caros, pero la verdad que estaban muy bien elaborados, no recuerdo ya bien, pero creo que fueron unos ravioli con pesto al basilisco y otro plato de pasta más, pero riquísimos. Al final, tuvimos suerte, porque se les olvidó cobrarnos la botella de cerveza, ¡14 euros que nos ahorramos!

viernes, 24 de octubre de 2008

SEGUNDO DÍA, PLAZAS Y TEMPLOS

4 de septiembre
Día 2. Cuando sabes que te quedan 7 días de vacaciones los primeros te los tomas con más calma, así que tampoco madrugamos mucho. En Termini hay una oficina de Turismo donde decidimos sacarnos la Roman Pass: son 20 euros, es válida para tres días y te da derecho a acceder gratis a los dos primeros sitios que visites, y descuentos de hasta el 50% en el resto, además de una tarjeta para utilizar gratis el transporte esos días, y un mapa de la ciudad.. No he calculado cuánto merece la pena, pero si no eres estudiante europeo menor de 25 años o persona mayor de 60, es aconsejable.

Con las averiguaciones pensamos que era tarde para empezar a utilizar la Roman Pass, así que la guardamos para usarla viernes, sábado y domingo (los lunes cierran muchas cosas, así que hay que tenerlo en cuenta). Los primeros días sólo usamos el metro. Una vez que usamos la Roman Pass, nos montamos en más autobuses, y fue cuando nos dimos cuenta de que nadie validaba su billete. Los billetes de metro y bus cuestan 1 euro, y no se pueden pagar a bordo... en el metro hay que usar forzosamente el billete, en el bus nos dimos cuenta de que nadie lo hacía...en definitiva, el bus en Roma sí es gratis.

Cogimos el metro en Termini. Aquí paran las dos líneas que hay en la ciudad, la A (azul) y la B (roja). Está bastante bien para ir a San Pedro, Plaza del Popolo, Plaza de España, Fontana de Trevi, Coliseo, Circo Máximo o San Pablo.

Y ya eran casi las 12,00 cuando nos bajamos en la parada de la Plaza Flaminia, junto a la del Popolo. Justo cuando fuimos estaban rodando...no sé si escena de película o de serie... la plaza estaba acordonada y dentro dos furgonetas pintadas rollo hippie, un montón de pancartas, globos, símbolos de la paz... en la escena varios polis arrastraban a una manifestante mientras esta chillaba.






El obelisco Flaminio fue erigido originalmente en el Templo de Heliópolis por Ramses II, y es uno de los dos que trajo a Roma Augusto. En el año 10 d.C., el obelisco fue erigido en la "spina" del Circo Máximo, hasta que el Papa Sixto V, en 1.589, lo situó como la pieza central de la Plaza del Popolo, lugar en donde se encuentra la puerta norte de la antigua Roma.


Subimos a lo alto de la plaza, desde donde se ven el obelisco y las iglesias gemelas, y una vista panorámica de Roma, las muchas cúpulas, monumentos... Arriba llegas agotado, y hay un puesto ambulante donde el agua pequeña son 2 euros, como en casi todos. Pero encuentras a gente que las vende por 1 euro, incluso en las tiendas pequeñas de barrio, la botella grande cuesta menos de 1 euro. Hasta el cuarto día no descubrimos que el agua de las fuentes de Roma, que hay muchas, está muy buena y fresca.

Aquí arriba, en la villa Mattei o Celimontana, está la plaza de Bucarest, con otro obelisco (y ya sólo faltan 10 de los que hay en Roma, contando los modernos). Se trata del llamado obelisco aureliano, por haberse encontrado cerca de la muralla aureliana, pero en realidad fue eregido por el emperador Adriano en el funeral de su favorito Antinoo, descubierto en el siglo XVI cerca de la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén, y traído a esta colina en 1822 por orden del Papa Pío VII.


Próximo destino, la Plaza de España, ese lugar tan acogedor, con su escalinata repleta de flores, la gente sentada comiendo helado, la fuente de Bernini abajo y la Iglesia arriba... Pues más o menos, porque flores no había ninguna, yo pensaba que eso estaba todo el año así. Y la Iglesia, de la Trinidad del Monte, yo en las fotos la veía marrón, y no, es blanca. Un poco decepcionante si esperas una maravilla de lugar. Y otro obelisco arriba, también de la época de Adriano, pero conocido como obelisco salustiano. Se trajo de Egipto sin grabar los textos, así que los escribas romanos copiaron los que tenía el obelisco de la Plaza del Popolo. El Papa Pío VI en 1789 lo mandó colocar en este lugar.

Ya era hora de comer, y no veíamos una trattoria que nos gustase, bueno, ni siquiera una que no nos gustase. Y sin darnos cuenta estábamos en la Plaza del Panteón, con obelisco incluido (quinto), y el edificio mejor conservado de la Antigüedad, una pasada verlo por fuera, y más cuando estás dentro. Antes de entrar en casi el único monumento gratuito, nos sentamos a comer en la misma plaza, conocedores del precio de tan osado acto. Las pizzas eran 11 euros, no eran las mejores que hemos comido en Italia, pero sí las más caras, y las bebidas elevaron la cuenta más de la cuenta (bueno, así lo dejo).

La visita del Panteón es uno de los momentos más satisfactorios del viaje, un gigante antiguo que no está viejo, gracias esta vez sí a la intercesión divina. Dicen que una esfera del diámetro de la cúpula cogería entera en el templo.

Este obelisco se conoce como del Panteón o de la Rotonda (nombre de la plaza). Originalmente se encontraba en el exterior del templo del Sol, en Heliópolis. Fue Clemente XI en 1711 quien lo colocó junto al Panteón.

Siguiente destino, la Plaza Navona. Y para llegar simplemente seguir a los turistas, no está muy lejos. Pasas por unas pocas de iglesias y llegas al espacio que albergó el estadio de Domiciano, ahora transformado en una de las plazas barrocas más bellas. En el centro el sexto obelisco, justo encima de la Fuente de los Cuatro Ríos (Danubio, Nilo, Ganges y Río de la Plata) que estaba en obras. A los dos lados de la plaza otras dos fuentes, la de Neptuno y la del Moro.

La construcción del obelisco se debe a Domiciano, se encontró fragmentado, e Inocencio X le encargó la restauración a Bernini, para erigirlo en la Plaza Navona, en 1651.

Serían las 4 de la tarde y el calor era horroroso y estábamos muy cansados. Así que al ver un pub irlandés, aunque fuera hora de café, nos tomamos dos cervezas bien frías y bien grandes. Tras el descanso pasamos por el Área Sacra, una excavación reciente donde se agrupaban varios templos, aparecimos en la Plaza Venecia y aprovechamos para visitar el otro gran monumento gratuito, el de Vittorio Emmanuel y Altar de la Patria. Es recomendable ver el museo, para aquellos que les guste la política o la historia, y sobre todo contemplar las vistas desde arriba, donde hay incluso una cafetería. Se puede seguir subiendo más arriba en ascensor, pero pagando.
Habíamos visto la Fontana de Trevi de noche, así que nos acercamos para verla de día, igual de impresionante, y a todas horas llena de espectadores. Estuvimos un buen rato, allí sentados, es un sitio al que se acerca todo tipo de personas, fotógrafos, modelos, novios... estás distraído. Mientras hacíamos tiempo para cenar en el McDonald de la Fontana (después de la clavada del Panteón, tocaba hambueguesa), en la Via del Corso paramos en otro pub irlandés, el Trinity College, y luego vimos la columna Aureliana, allí mismo, que habíamos avistado aquella tarde desde lo alto del Vittorino. Cenamos, y como no conocíamos aún el servicio de autobuses, andando hasta el hotel, pasando de nuevo por la Plaza Venecia, Foros Imperiales, Coliseo... qué camino más largo y qué dolor de pies.




lunes, 20 de octubre de 2008

Llegada a Roma

3 de septiembre
Día 1. A las 12,30 volamos a Roma-Fiumicino desde Madrid, con Alitalia. En el avión repartieron un sándwich y bebida, así que fue llegar, recoger la maleta y salir para la estación de tren del aeropuerto, desde donde salen los Leonardo Express cada 30 minutos. Ya en el aeropuerto hacía un bochorno horrible, muchísima humedad... luego nos dijeron que ni en agosto habían pasado tanto calor en Roma.

El tren la verdad que no hace una buena bienvenida a los turistas, es sucio, viejo y huele mal, un anticipo de lo que verás en algunas zonas de Roma.

A los 40 minutos llega a la estación de Termini, en pleno centro de Roma. Nosotros pasábamos cuatro noches en un “hotel”, y las tres siguientes en otro, ambos muy cerca de Termini. En realidad eran como apartamentos adaptados como hotel: en el primero, cuatro habitaciones con su baño cada una, con pequeña recepción y cocina comunes, con desayuno incluido; en el segundo, igual pero solo dos habitaciones.

Tras soltar la maleta y ducharnos, a las 18,30 lo primero que quisimos hacer fue ir en busca del Coliseo y creernos entonces que estábamos en Roma. A lo lejos ves una gran mole, y ya no la pierdes de vista, sorprendiéndote más a cada paso que das. Las primeras postales que compramos ya cayeron en este camino. Lo vimos de día, y nos sentamos en una terraza para tomar una cerveza mientras lo contemplábamos...y nos anocheció y lo vimos también iluminado. Lo rodeamos, es inmenso, y nos acercamos al Arco de Constantino, para seguir alucinando.



Después de muchas fotos, nuestro siguiente destino era la Fontana de Trevi, todo andando, aún no nos habíamos hecho al metro ni al bus, y nuestros pies no estaban destrozados. Nos alejamos del Coliseo por la Via de los Foros Imperiales, un camino incómodo, porque no te puedes resistir a mirar hacia detrás para ver la fachada del Coliseo una vez más. Pasamos por los foros de César, Augusto, la Columna Trajana... hasta llegar a la Plaza Venecia, donde está el Monumento a Vittorio Emmanuel o Vittorino, con el Altar de la Patria, ya iluminado. Es verdad que el edificio es una obra de arte, descomunal, pero está puesto con muy malas ideas en una de las zonas arqueológicamente más sagradas. Es como si en el siglo XX se hubiera querido ensombrecer a todos los foros anteriores creando este Monumento.

La Vía del Corso es de las más grandes y con mayor número de tiendas. A la derecha tomamos la Via delle Muratte, una calle atestada de puestos ambulantes con postales y demás, nos llevó directos a... al McDonald, donde paramos para comer, porque aún no sabíamos dónde era aconsejable. A unos pasos se empieza a escuchar mucho jaleo, pero por mucha gente que haya, de fondo escuchas algo maravilloso, el agua de la Fontana de Trevi. Tampoco es que este monumento estuviese entre mis preferidos, aunque el cine ha hecho mucho, y cuando estás allí ves unas estatuas colosales, una obra de arte impresionante. Y sí, eché mi moneda, de 2 céntimos que hace el mismo efecto, para volver alguna vez a Roma.

Para terminar, nos fuimos de vuelta al hotel, andando para toparnos con más cosas... la plaza Barberini, con la fuente del Tritón de Bernini, la basílica de Santa Maria la Mayor, donde se encuentra uno de los obeliscos. Este de la plaza del Esquilino, fue construido en Egipto y llevado a Roma probablemente en el reino de Domiciano. Se desconoce quien trasladó el obelisco a Roma, pero se considera una imitación de los antiguos obeliscos egipcios. Fue encontrado entre las ruinas del Mausoleo de Augusto, detrás de la Iglesia San Rocco, en el siglo XVI. El Papa Sixto V le encargó a Doménico Fontana su levantamiento cerca de la Gran Basílica del Esquilino en 1587.

jueves, 16 de octubre de 2008

VACACIONES EN ROMA


¡Sueño cumplido! Visitar la ciudad de los romanos era una de esas cosas que tenía en mi lista de “Must-do’s”. En un principio pensamos organizar un viaje por Mérida, Cáceres, Oporto, Coimbra y Lisboa; después pensamos en Edimburgo, en Londres... finalmente decidimos pasar cuatro noches en Roma y tres en Venecia. Una vez reservado, nos dimos cuenta de que eran pocas noches en Roma, porque un día queríamos visitar Pompeya... Al final pasamos siete noches en Roma, y una última en el aeropuerto de Bérgamo (Milán), donde empiezan las estribaciones de los Alpes.

Y mereció la pena. De tanto estudiar en la Facultad todo lo que tenía que ver con Roma, su historia, arte, urbanismo, no me sentía extraño, estaba recreando de verdad todo lo que conocía. Lo mejor, cuando caminando empiezas a adivinar el Coliseo a lo lejos, cuando lo ves de cerca, por dentro, y cuando te alejas por la Via de los Foros Imperiales, volviendo la cabeza constantemente porque no puedes dejarlo atrás, apartar tu contemplación. Una gran sensación es atravesar el Foro Romano, entrar en el Panteón, moverte por las ruinas de Pompeya, y lo que más me gustó, una escultura: no era mi favorita cuando estudiaba arte, pero ver El Rapto de Proserpina de Bernini en la Galería Borghese, cómo las manos de Plutón agarran el muslo de la diosa, y cómo ella tensa el rostro de él con la mano... quedé alucinado.

Lo peor de Roma es la ciudad. Como museo vivo es una pasada, pero como ciudad actual deja mucho que desear en limpieza y modernidad. Y el tráfico es un caos, un desafío cruzar los pasos de peatones, parando a cada momento para que pasen los coches... pero eso es una nimiedad...

miércoles, 15 de octubre de 2008

miércoles, 9 de julio de 2008

Últimos días


Iban a cumplirse ya ocho meses. Quién podía imaginar que justo los últimos días, pasarían como los pasos de las tortugas. Hacía tanto tiempo que nuestros tres amigos fueron capturados, y los sentimientos estaban al borde del éxtasis. Fue en un mes otoñal cuando negociaron con sus vidas. Su trabajo beneficiaría ahora a los orcos, a cambio de recibir aquellos poderes con los que progresar en sus vidas. Se habían convertido en unos ninguneados esclavos a manos de unos seres tan inhumanos.


Pero en el fondo, los tres sabían que estaban siendo engañados, que aquello que les prometían no lo verían jamás en realidad. Fueron conscientes de la insensatez de su esclavitud hasta ese momento, y se rebelaron contra los orcos, enfrentándose directamente con su líder Garga, el ser más despreciable, imposible que fuera creación de la Naturaleza, si no mas bien, de la maldad de otros seres, un cuerpo repulsivo, aunque lo peor no era esa presencia lamentable, si no su alma, un alma depravadora, lucida con cierta jocosidad incomprensible y nauseabunda. Entre sus secuaces, estaban las Brujas, eran dos seres femeninos, femeninos sólo por el hecho de ser hembras, encargadas de envilecer aún más a Garga y dirigir su furia hacia aquellos que no toleraban, a los que consideraban aberrantes.
En estos últimos días, Garga estaba siendo especialmente ostigador, y el desenlace podría ser sorprendente...
DIBUJO: JOAKIN



lunes, 16 de junio de 2008

Debate: Sobre relativismo cultural

Bueno, vuestra discusión es una de las más habituales en Antropología, y de las que creo que no tienen salida. Está claro que ella defiende un relativismo cultural, como buena antropóloga: todas las culturas son igualmente respetables, unas no son superiores a otras, sólo diferentes. Y que esta forma de pensar es la adecuada para evitar las guerras y las invasiones.
Hace muchos siglos descubrimos los seres humanos que existíamos hasta entonces en nuestro planeta, a otros seres que parecían humanos en África y América, y nos vimos en la obligación moral de mostrarles cuál era la verdad, la divina, la única. Aunque algunos de estos seres humanos eran demasiado negros para estar creados a imagen y semejanza de dios, por tanto, antes que poner en tela de juicio la creación divina, o peor aún, la imagen de dios, era obvio que aquellos otros seres humanos tan oscuros eran diferentes a nosotros, y por tanto inferiores: a algunos los matamos, a otros los usamos de esclavos.

Siglo XXI: Nosotros, representados por la Tríada de las Azores, los buenos, invadimos a otro pueblo, porque son los otros, los malos, y como tenemos la verdad absoluta (o la convicción de que la poseemos), teníamos el derecho de hacer la guerra a un pueblo. Y no sólo guerras: colonización, genocidio...Por esta razón estoy de acuerdo con la antropóloga. Ella defiende un relativismo cultural frente a un etnocentrismo, que es todo lo contrario.En cuanto a tus opiniones, me parecem utópicas y viciadas por tu etnocentrismo, del que personalmente creo que sólo unos pocos seres humanos son capaces de desprenderse, y yo tampoco soy uno de ellos.

Tu etnocentrismo. Me refiero a tu idea de que existen unos valores absolutos, comunes a todas las culturas, pero lo dices desde una perspectiva, la tuya, imbuida por una educación, una moral, una ética y unas circunstancias muy concretas. Con todo ese bagaje, no puedes elaborar juicios de valor sobre las costumbres o culturas de otros pueblos. O sí que puedes, pero desde un etnocentrismo o desde una opinión personal subjetiva. Y lo mismo ocurre cuando defiendes que tu cultura es más avanzada que otras, o añades que al menos en determinados aspectos. Me parece muy bien que pienses eso, pero es desde tu subjetividad. Es como decir que nuestra sociedad es mejor que la sociedad del Neolítico: son sociedades diferentes.

Creo que es una utopía pretender alcanzar un consenso sobre cuáles son los valores universales, ¿los tuyos? ¿los míos? Y no estoy de acuerdo contigo en que la justicia o el amor tengan la misma concepción, ya no sólo entre dos pueblos totalmente opuestos, ni siquiera entre tu idea y la mía de esas abstracciones. Me considero defensor de los derechos humanos 'universales', como la democracia, la libertad, la igualdad... pero es sólo una utopía.

Lo que dices al final, sí, me parece muy bonito, que pienses que España sea más avanzada en derechos sociales que China (los desórdenes siempre serán más graves cuando ocurran en una democracia, que en un país donde no existen esos derechos), o que un homosexual viva mejor en la Unión Europea (demasiado abierto has dejado este arco) que en algunos países islamistas o sudamericanos en los que sufren incluso con la muerte. Estoy de acuerdo contigo, pero esas valoraciones que haces no son objetivas. Lo que pienso que la antropóloga quería decirte es eso, que hablas desde la subjetividad que ha ido desarrollándose en ti, que es similar a la mía, porque tenemos la misma cultura, pero que es totalmente diferente a esas que juzgas, y los valores con los que juzgas no son los mismos valores que emplean en esas culturas.

En definitiva creo que para ser objetivo debes observar cada cultura desde dentro, utilizando los valores de esas culturas, viviendo en sus costumbres. Por eso digo que muy pocas personas son capaces de alcanzar esa empatía, se me ocurren aquellas personas occidentales que van a vivir a países musulmanes, y después de empaparse de esa nueva cultura, la hacen suya, incluyendo la religión; o viceversa, personas de países musulmanes que viajan a Occidente.

Y antes de juzgar a otras culturas con nuestros valores, creo que nos queda mucha autocrítica que hacernos a los occidentales, antes de pensarnos superiores. Si China no firma la Carta de los Derechos Humanos, al menos es coherente con sus actos. Pero desde mi opinión, me resulta más espantoso que países que se hacen llamar democráticos, atenten día sí y día también contra estos derechos. Véase Estados Unidos: dependiendo del estado, torturas, pena de muerte, prohibición de la sodomía ya sea entre hombres homosexuales o de un hombre a una mujer), guerras, aliados antidemocráticos.Paradójicamente, los USA tienen una moral (se me revuelve el estómago cuando uno conceptos tan contrarios) muy voraz, pero son la principal industria pornográfica, en muchos de cuyos productos la mujer es un simple objeto sexual, y a veces peor, porque sufre el dominio y las vejaciones del hombre.Y en España, no sé cuántas mujeres mueren a manos de sus maridos en China o en Irán, pero aquí a la mujer tampoco la tratamos muy bien, ni a los inmigrantes, ni a los homosexuales, ni a todo lo que se ha ido considerando 'otro'.¿Por qué nos parece un crimen que en Corea se coman a los perros, pero consideramos un arte asesinar a un toro, ante un público que paga grandes sumas por verlo?


En fin, creo que con estos debates se aprenden muchas cosas, que dependiendo de los ejemplos que pongamos pensaremos de una u otra forma, pero que en el fondo estamos de acuerdo en cuál es nuestro modelo ideal de sociedad.

jueves, 12 de junio de 2008

Suburbia

En un extremo de la tranquila población de Suburbia, donde toda vida transcurre en la más absoluta monotonía, sólo una mansión pasa desapercibida. Es incomprensible que sea precisamente la que es distinta a las demás. Suburbia es una muestra de cualquier otra ciudad. Sus vecinos tienen todos casa, coche, perro, jardín...tan sólo les distingue una leve tonalidad, un color. Y llega él, tan distinto, tan diferente y quizás por eso, oculto en su mansión. En ella vive una criatura también diferente al resto, un artista, que es descubierto por sus vecinos por casualidad. A nadie le importa que tenga defectos físicos, todos quieren formar parte de la novedad, quieren ser sus amigos, o algo más.

En un mundo tan poco creativo, la criatura goza transformando la ciudad en arte, lo normal en especial, lo humano en mágico... Él les ha enseñado su habilidad, su don...Ellos le enseñan su moral, pero también su manera de implicarse en ella, sus pecados y perversiones... que no hacen públicos, que tratan de disimular, pero que él termina viendo. Pero él no puede aparentar, él sólo sabe crear, es un artista, pero en una sociedad viciada, hipócrita, que le lleva a cometer actos horribles según la mentalidad del pueblo, pero actos de bondad según las bases de la moral que le han enseñado...Esos seres humanos que le han enseñado el bien y el mal, le obligan a hacer lo malo, pero también son esos seres humanos quienes le recriminarán después. Lo persiguen, lo maldicen, y le dan muerte, pero una muerte nietzscheana, como la del dios. Es el loco, como en Zaratustra, quien da la noticia al tumulto, y aunque quieren matar a dios, o a la criatura, se sorprenden, no es posible que haya muerto; ahora qué.

Cuanto más especial es un ser, su destino se encamina más hacia una inevitable soledad. Él no es humano, pero su creador le inculcó los valores de los que los seres humanos nos apropiamos: tal vez por eso sea un artista, o tal vez porque es un artista, tiene esos buenos sentimientos.

Pero la naturaleza de sus manos es caprichosa. Su creador, murió antes de terminar su bella creación, empujando a su ser al escondite forzoso de lo diferente. Él no tiene manos humanas, Edward tiene tijeras. Con esta parte de sí mismo que lo diferencia de los otros, o que lo convierte a él en lo otro, con estas tijeras, Edward es capaz de crear arte, de sorprender, de ilusionar... pero son estas tijeras también con las que hace daño, con las que corta. Él, en su mundo solitario, no sabía que podía herir a los demás, sólo sabía que él podía autolastimarse.

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Siempre me han entusiasmado sobre todo las historias de seres especiales, casi siempre individuos solitarios, no de mutuo acuerdo entre su deseo y la realidad, sino marginados en la sociedad que les ha tocado vivir, por ser diferentes, por ser especiales. Pinocho, que era de madera, los mutantes y poderosos seres de la Patrulla X, Edward Manostijeras. Y mi película preferida siempre ha sido Eduardo Manostijeras, (no entiendo por qué en el título se llama Eduardo, cuando en la peli lo llaman Edward), el más bello cuento de hadas y demonios que he disfrutado en el cine. Quizás sea que yo siempre, por mi timidez, me haya sentido más identificado con estos personajes.


Espero ser capaz de situar este blog en uno de los extremos más apartados de Suburbia, una de esas mansiones donde la imaginación y la creatividad dan formas mágicas a este mundo hipócrita y pervertido por una falsa moral que aniquila todo lo diferente, por muy bellos que puedan ser los sentimientos de cada uno de los seres.





Bienvenidos, y que la nieve nos haga soñar a todos!